Sin embargo el, aún con la mas agradable compañía,
nunca podía curar la soledad que sentía en cuanto esta se marchaba.
Todos siempre tenían que en un punto marcharse y volver a sus hogares y a sus asuntos...
Dejándolo como realmente se sentía, aún en la mas poblada de sus reuniones...
solo...
Las palabras resonaban de su madre en un tono fantasmagorico en su hogar:
"La gente te engañará a ti pero no engaña a la soledad"
El miedo de estar solo aplacaba la tranquilidad de Juan durante todas las incomodas noches.
Hasta que una noche una música celestial proveniente de su polvoroso piano,
Las notas, que acariciaron sus viejos y arrugados oídos, le dieron permiso descanzar en la soledad de su ser.
No sabía quien tocaba el piano pero su música le dió el milagro de sentirse con alguien quien nunca conoció
y cerró los ojos en todo el transcurso de su melodía...
con alguien...
Cuando los abrió no encontró a nadie mas que a el y sus manos,
sus propias manos, posadas
sobre las teclas...
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